lunes, 21 de diciembre de 2009

XVII

Se sopla las manos, tratando de darse un poco de calor en este día de frío intempestivo. No suele nevar en la ciudad, pero parece que incluso el cielo ha notado que se acerca la Navidad. En ese momento, se abre la puerta y, junto al viento helado, entra él.

- ¡Anda! -se sorprende ella- ¡Cuánto tiempo!

- ¿Verdad? -asiente él- ¿Qué tal todo?

Pero ella no puede contestar, porque suena su movil. Él lo coge, con una curiosa expresión de entre miedo y rabia.

- ¿Emma?... Sí, vale, pues quedamos... No, ahora no, no pue... ¡No!... Mira, lo hemos hablado, no creo que sea... ¡¿Me dejas hablar?!

Tintintin.

Suben ambos al ascensor, y ella pulsa el siete, mirándole, insegura. Él sonríe y asiente, pero inmediatamente vuelve a fruncir el ceño y a hablar con su interlocutora.

- Es que mi opinión también tendrá que contar para algo, ¿no?... No quiero discutir esto contigo así, por teléfono... Pues porque no nos vamos a cabrear por algo tan tonto, ¿no te das cuenta? Si no es, pues no es, y ya está... Claro... Luego te llamo, estoy en el ascensor y casi no te oigo.

Cuelga, se guarda el móvil en el bolsillo y clava la vista en el techo, con un suspiro. Ella, tímida, se pregunta si aún tiene derecho a saber qué pasa. Por fin, murmura:

- ¿Problemas en casa?

- ¿Eh? Ah, no, no... Ese es el problema, que en casa no...

- No entiendo.

- Era mi novia, Emma... Quiere que vivamos juntos, pero...

- A ti no te apetece -asiente, comprensiva.

- Sí, sí que me apetece -la corrige él-, pero en mi casa no cabemos, y... La verdad, no me apetece otro traslado tan pronto.

- Ah... Vaya.

No sabe qué decir. "No te vayas, que venga ella. O que no venga. " "Si tanto discutís por eso, es que es importante para ella. O que no te merece." "No frunzas el ceño así, estás muy raro enfadado..."

Tintintin.

El séptimo, y no ha dicho nada. Él sale sin despedirse del ascensor, y cuando la puerta se cierra y ya escucha sus llaves en la cerradura, ella se traga las palabras amargas.