sábado, 24 de octubre de 2009

XII

Busca las llaves mientras su amiga ríe.

- ¿Y qué me dices de Amelie?

Abre la puerta y ambas empiezan a cantar:

- Pequeña sonrisa de Amelieeee,
me tieneees ganadooo...


Ríen aún con más ganas. Llaman al ascensor y callan, pensativas.

-Pero no, esa es bonita, pero...

Entran en el ascensor, que se pone en marcha.

- ¿Sabes cuál me gusta de verdad? Champagne.

Sonríe, y empieza a cantar.

-No sé cómo lo hacías,
estuviste tan finaa...


Se une a su amiga. Es el momento de motivación máxima de la canción, la frase que más les gusta, lo que realmente les apasiona del tema.

- ¡¡FOLLANDO EN LA COCINA!!

Tintintin.

-No me jodas -se da la vuelta. Efectivamente.

-Hola -él sonríe, incómodo- ¿Vais para abajo?

-No -contesta su amiga, en vista de que ella está bloqueada-, lo siento...

-Nada, nada... -va a cerrar la puerta, pero se lo piensa mejor- Por cierto, pasadlo bien en el concierto.

El ascensor arranca de nuevo.

- ¿Estoy pálida? -le pregunta a su amiga, con los ojos desorbitados.

-Si no te conociese creería que te vas a desmayar -confirma ella.

-Madre mía, lo que va a pensar de mí este pobre chico...

- ¡Va, qué más da, tía! ¡¡Que vamos al concierto de Pereza!!

Y entonces se da cuenta. ¿Cómo lo sabía él?

XI


Hay una chica en el portal, esperando delante de la puerta, con una guitarra colgada al hombro. Ella pasa de largo y abre con sus llaves. La chica la sigue. Suben en silencio hasta el ascensor y, una vez dentro, ella pregunta, muy educadamente:

- ¿A qué piso?

La chica se muerde el labio, enrojece ligeramente. Finalmente, contesta:

-Es que no lo sé... ¿Tú sabes en qué piso vive Daniel?

- ¿Daniel?

-Sí, no sé si lo conocerás, se mudó hace poco...

-Ah -asiente-... Ya sé quién me dices. Vive en el séptimo.

Y, resuelta, pulsa el botón del siete. El ascensor se pone en marcha con un traqueteo, y ella observa a la extraña con más atención de la debida.

Es morena, y tiene el pelo muy corto, excepto una trenza fina que nace en su nuca y cae hasta más allá de media espalda. Tiene un pircing en el labio, y una pulserita de cuero negro. La funda de la guitarra está gastada, como sus converse. La chica sonríe con serenidad, suavemente, contenta.

Tintintin.

-Hasta luego -sonríe la chica, y sale del ascensor.

Ella no contesta. Se muerde un labio. Ella no es hippi, ni lleva pircings, ni toca ningún instrumento. Ni siquiera lleva converse, aunque le gusten. Y, por primera vez en su vida, se siente inferior a alguien.